LA VICTORIA DE LA LUCHA Y LA AMISTAD
M.J. Mondelo – Septiembre 2016
El jugador profesional Carlos Balmaseda y el amateur Enrique Sánchez se conocieron en el Zaudín, en el último Open Peugeot de Golf del club sevillano, hace cinco años. Desde entonces la amistad entre ellos ha ido aumentando tanto, que un día decidieron llevar su complicidad al campo de golf. Fue entonces cuando Enrique, socio del Zaudín, empieza a hacer de caddie del profesional Carlos Balmaseda, cuando este juega torneos en Andalucía. Separados geográficamente durante años, Marbella y Sevilla pasan a ser los puntos de encuentro entre el amateur y el profesional; momentos que sirven para fortalecer su complicidad tanto en lo personal como en el campo de juego: Enrique y Carlos, sobre el terreno consensuan estrategias que van dando óptimos resultados.
Todo iba bien, hasta que algo cambia, Carlos empieza a fallar y no gana un torneo en dos años. Muchos se lo achacan a lo caprichoso y complicado que es el golf. Pero tras un examen médico, le detectan un tumor que aunque benigno lo lleva a entrar en quirófano. Una vez extirpado, la recuperación de Carlos va viento en popa y los resultados son esperanzadores. Duros momentos en los que Enrique siente gran preocupación por el que se ha convertido en uno sus mejores amigos.
Tras la operación Carlos Balmaseda empieza a parecerse al de siempre realizando todas la vueltas bajo par, algo que celebran jugador y caddie como solo lo hacen dos amigos de verdad.
Entonces llega septiembre de 2016 y Club Zaudín Golf celebra el Circuito Profesional Meliá Premium. En la última de las tres jornadas, la del viernes, los dos colegas sienten que tienen que ir a por todas, juegan en el campo donde sus vidas se cruzaron por primera vez. Tienen que ganar. Emoción nada más empezar y en todos y cada uno de los hoyos. Carlos juega como nunca, concentrado y positivo y Enrique le hace de caddie motivándolo y aconsejándole en los momentos de duda, ya que es el campo donde juega habitualmente. Confiando en sus instintos salen del hoyo 16, sabiendo que lo tienen relativamente fácil cumpliendo con el par del campo; pero todavía Carlos tiene que enfrentarse a los hoyos 17 y 18, los más difíciles del recorrido. Mucha tensión, un mal golpe destrozaría toda vuelta. Carlos saca su cerebro de jugador y Enrique le ayuda a eliminar las emociones negativas y así es como Carlos llegó al último hoyo y ganó. Fue la victoria del que resiste, la recompensa de la lucha, del que no se apea del camino difícil, un camino que encontró el final en dos amigos abrazados en un llanto de alegría, con lágrimas que conmocionaron a todos los presentes entorno al green del 18.